Autor: Ing. Fernando Hernández
Con la evaporación y estimando la evapotranspiración podemos calcular la cantidad de agua que requiere un cultivo para ser regado, esto nos da una idea del tiempo de riego una vez definido el consumo de agua del emisor que puede ser un aspersor o del gotero dependiendo del tipo de riego que utilice la finca, sin embargo, falta responder cada cuanto tiempo se le debe aplicar agua al cultivo, en lo que se conoce como frecuencia de riego.
Problemas causados por mala frecuencia de riego:
Cuando la frecuencia de riego disminuye y se alarga el tiempo entre riego y riego se producen importantes fluctuaciones de humedad, el suelo pasa de estar seco a estar húmedo muy rápidamente, los cultivos reaccionan de manera diferente a las fluctuaciones de humedad en el suelo, en el caso del tomate se producen rajaduras en los frutos que le restan valor comercial, en el caso del repollo pueden estallar las cabezas de los repollos por cambios bruscos en el contenido de agua del producto comercial.
En todo caso los períodos secos entre riego y riego cuando la frecuencia es baja, producen el cierre de los estomas y reducción de la fotosíntesis con una consecuencia en el freno en el desarrollo de la planta y disminución del rendimiento, si el tiempo seco se hace muy intenso se puede presentar deficiencia de calcio en los frutos de tomate o pimentón.
Cuando la frecuencia es muy alta, hay que estar atentos con la aireación del sustrato o suelo para que la planta no sufra por falta de aire en las raíces y repercuta en perdida del rendimiento o incluso el desarrollo de enfermedades del suelo como Ralstonia solanacearum, Phythophthora o Phythium.
La frecuencia de riego en los métodos tradicionales.
En fincas ubicadas dentro de sistemas de riego rurales, la frecuencia de riego viene definida por el turno de riego del agricultor, la mesa técnica de agua se reúne y define cada cuanto tiempo y que cantidad de agua se le va a asignar a cada parcelero, en consecuencia el agricultor debe esperar el momento asignado y utilizar el agua que tiene asignada durante el tiempo que se le permite hasta completar un volumen de agua dado.
Esta técnica hace que los cultivos no reciban la cantidad de agua adecuada, puede que las plantas muestren síntomas de déficit hídrico pero el agricultor no las podrá atender hasta que no le toque el turno de riego eso trae como consecuencia que los rendimientos disminuyan.
En fincas que tienen sus propias fuentes de agua como ríos, lagunas y pozos, pueden aplicar agua a discreción, y lo que tradicionalmente hacen es aplicar la misma cantidad de agua con la frecuencia que realizan todos los agricultores del lugar, por ejemplo en el valle de Chirgua, en el estado Carabobo en Venezuela se estila hacer un riego semanal al cultivo de papa, si el ciclo dura 3 meses entonces se aplican doce riegos en ese lote.
En este documento pretendemos analizar porque estos métodos no son los mas adecuados y que es lo que más conviene al agricultor.
Factores que afectan la frecuencia de riego.
El suelo o sustrato y la frecuencia de riego.
El suelo es la reserva de agua del agricultor, cuando se aplica un riego el agua se retiene en el suelo y el cultivo va consumiendo lo que necesita en la medida que el suelo pueda proveer la cantidad de agua a la planta, hasta un punto en que se requiere que se riegue de nuevo.
Sabemos que el suelo tiene capacidad de retener una cantidad de agua finita y si el riego o lluvia supera esa capacidad de retención van a ocurrir dos fenómenos:
El primero se llama escorrentía y es el agua no la absorbe el suelo en un fenómeno conocido como infiltración, en consecuencia el agua fluye hacia los ríos, desplazándose por la superficie del suelo. Si el suelo no tiene vegetación y hay suficiente pendiente en el terreno, se puede presentar erosión.
Cuando no hay pendiente en el terreno la escorrentía no fluye sino que se acumula en la superficie del suelo causando anegamiento y daños a las raíces por falta de oxigeno tal como se explica en el artículo sobre la respiración vegetal.
El segundo fenómeno se llama lixiviación y ocurre con más intensidad en suelos sueltos muy arenosos o con mucha materia orgánica.
Sin embargo también ocurre con menor intensidad en suelos arcillosos y limosos, en este caso el agua es absorbida por el suelo pero supera la capacidad de retención del suelo y pasa a las capas profundas hasta llegar a los acuíferos, este fenómeno acarrea como consecuencia el lavado de sales y de fertilizantes lo cual es muy beneficioso en suelos con problemas de salinidad, pero en los suelos normales representa una pérdida de la fertilidad del suelo y se contaminan los acuíferos con nitratos que son los más perjudiciales.
Para conocer mas sobre la infiltración y la escorrentía recomendamos visitar el artículo sobre el balance hídrico de los suelos.
La frecuencia de riego debe variar dependiendo del tipo de suelo, un suelo arcilloso puede ser regado con una frecuencia menor que un suelo arenoso, ya que el suelo arcilloso retiene mas agua que un suelo arenoso, sin embargo los riegos no pueden ser muy intensos porque la capacidad de infiltración es baja y hay alto riesgo que ocurra escorrentía.
En los invernaderos hay que analizar el tipo de sustrato que se está utilizando, si se usa suelo los principios son similares a los descritos anteriormente.
Si se utiliza cualquier tipo de sustrato artificial el riesgo de escorrentía es mínimo ya que todos los sustratos artificiales se diseñan para tener una gran infiltración, incluidos los sustratos orgánicos, el gran riesgo es la lixiviación que en el gremio se conoce como agua de drenaje, la cual es extraída del invernadero.
Hay recetas de riego que recomiendan regar hasta producir un 20% de agua de drenaje, eso quiere decir que si un sustrato requiere para restituir su nivel de humedad 6 mm de lámina de riego, el agricultor debe aplicar 7,2 mm y esperar recoger en la salida de los drenajes del invernadero 1,2 mm de agua, si se logra esa meta de agua de drenaje, al día siguiente se puede aplicar la misma cantidad de agua de riego, de lo contrario hay que subir o bajar la cantidad de agua a aplicar.
Hay que resaltar que esa agua de drenaje es rica en sales fertilizantes, si bien permite extraer lo que no consumió el cultivo, representa un gran gasto de dinero en fertilizantes hidrosolubles que son los más caros y producen una gran contaminación por los altos contenidos de nitratos y fosfatos que eutrofican las aguas tal como se describe en el artículo sobre impacto ambiental de los invernaderos.
Si el agua de drenaje que sale del invernadero es utilizado en cultivos de menor valor como pastos o frutales el efecto contaminante se reduce.
Ver artículo completo en:
http://www.agro-tecnologia-tropical.com/frecuencia_de_riego.html