Una tendencia que arrasa y de la que hemos hablado muy poco es la de la “arquitectura portátil”, algo que comenzó a finales del siglo pasado siendo una cosa y hoy en día es algo completamente diferente. Aunque el concepto no es para nada nuevo, lo que sí es muy contemporáneo es la forma en la que se ha adaptado al sistema de crecimiento vertical de nuestras ciudades, en las que el espacio es escaso y el desarrollo solo puede ampliarse en una única dirección.
El caso es que, a día de hoy, referirnos a un espacio portátil o a una casa prefabricada no implica en absoluto algo rústico o de poca calidad, más bien al contrario. Por muchos motivos, de los que hablaremos más adelante, el concepto de portable se ha convertido en un objeto de deseo que tiene a arquitectos, interioristas y creadores de estructuras, inmersos en una profunda búsqueda que parece no tener fin.
Tanto es así, que se han abierto otros caminos, a modo de ramificaciones, que han surgido a partir de las casas portátiles y han alcanzado metas insospechadas, por poner un ejemplo, el de los muebles escamoteables: muebles diseñados especialmente para pequeños espacios que se pueden ocultar cuando no se usan o tener varios usos diferentes, todos los que habéis viajado en autobús, tren o avión habéis utilizado la mesita escamoteable que se pliega contra el asiento anterior, ¿verdad?. pues ese es solo un ejemplo de hasta donde se extiende todo lo derivado de la arquitectura portátil.
Tampoco es un concepto que haya nacido ayer, ya que hay constancia de espacios multiusos, con mobilicario que se escondía y tranformaba ya en el Antiguo Egipto.
Algunos casos en los que la arquitectura portátil es imprescindible
Vamos a poner varios ejemplos para ilustrar el alcance y el nivel de perfeccionismo al que la arquitectura portátil ha llegado hoy en día, viendo algunos de los casos en los que este tipo de construcciones pueden suponer una solución definitiva.
– En entornos urbanos: todos sabemos lo exigentes que pueden llegar a ser las normativas municipales en cuanto a las reformas, ampliaciones o construcciones en edificios de valor histórico – artístico. Estos edificios están protegidos por una severa normativa enfocada a la protección del patrimonio, lo cual está muy bien, pero que en muchos casos limita mucho lo que un propietario puede hacer para que su vivienda sea más confortable, amplia o luminosa.
Imaginemos que nuestra familia es la propietaria de un edificio histórico, que no podemos tocar en fachada, ni modificar altura y que en la parte superior tenemos una gran terraza a la que apenas se le da uso. Una gran opción es la de escoger una casa plegable, portátil, prefabricada o modular. El hecho de que la llamemos casa no implica que su uso esté limitado al de vivienda, sino que es un espacio vivible.
En este sentido hay ejemplos de construcciones portátiles de casa de todo tipo, desde tradicionales a modernísmas, que podrían convertirse en un despacho magnífico, o un estudio de arte, una sala de estudio o de juego para niños… Me viene a la cabeza el proyecto Loftcube, que se desarrolló en Berlín hace unos años y que consistía en una preciosa casa minimalista que te podían dejar en tu terraza desde un helicóptero.
– La vida en plena naturaleza: para los amantes del retiro en la naturaleza, de la fusión con el entorno y de los espacios abiertos e inexpugnables, este tipo de construcciones portátiles suponen la capacidad de poder situar tu centro logístico en el lugar que quieras. No hay límites, ya que normalmente, este tipo de construcciones se trasladan por vía aérea y están dotadas de una base con pilares retráctiles que se pueden ajustar a distintas alturas, permitiendo una fijación firme sobre superficies irregulares.
Puedes vivir en lo alto de una montaña, en un valle perdido o a la orilla del mar. Este tipo de casa se pueden colocar sobre cualquier tipo de terreno. Incluso las hay dotadas de plataformas de flotación que se pueden colocar sobre el agua.