🍀 Efectos de la quema sobre la calidad del suelo

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La tala y quema de la vegetación constituyen un método de cultivo empleado desde hace miles de años por su eficacia en clarear el terreno y dejarlo apto para sembrar rápidamente los cultivos que producirán alimentos de necesidad inmediata. Esto, junto a la alta fertilidad inicial del suelo inmediatamente después de la quema, ha permitido que muchas personas, generación tras generación, puedan producir los alimentos que sus familias necesitan. La técnica es muy común en sistemas de agricultura migratoria, que involucra la tumba de un área nueva cada vez que termina un ciclo de producción.

A pesar de los beneficios inmediatos que en un principio puede generar la práctica de tumba y quema, a través del tiempo causa efectos dañinos e irreversibles al suelo.

A continuación se especifica los efectos comunes de la quema sobre la calidad física, química y biológica de los suelos.

Calidad física

Las propiedades físicas del suelo sufren ciertos cambios considerables, especialmente en la capa superior. La densidad aparente del suelo tiende a disminuirse, lo cual puede ser positivo al facilitar la penetración de raíces, especialmente para plantaciones forestales (González, 1987). Sin embargo, otras plantas de raíces débiles podrían sufrir debido a que la fase sólida del suelo se endurece en el proceso. Al mismo tiempo, la capacidad de retención de humedad se reduce, representando un problema en climas secos o estacionales.

Calidad química

El aumento de temperatura durante la quema puede conducir a pérdidas de nutrientes en las primeras capas del suelo. Un estudio llevado a cabo en Japón por Su y Katagiri (1997) demostró que el nitrógeno, uno de los nutrientes básicos de las plantas, se puede reducir notablemente luego de la quema. En el estudio, el nitrógeno de la capa superficial del suelo se redujo de 31 kilogramos por hectárea inmediatamente después de la quema a menos de 7 kilogramos por hectárea en 11 meses. Otro estudio realizado en Venezuela encontró pérdidas de un 95% de la materia vegetal, a la vez que 97% de nitrógeno, 61% de fósforo y 76% de potasio, por mencionar los tres llamados nutrientes primarios. Debido al efecto del fuego, estos elementos son transformados y transferidos al aire, convirtiéndose en contaminantes (Hernández y López, 2002).

Por otro lado, el pH del suelo sufre un ligero y progresivo aumento, ligado a la disponibilidad inmediata de cationes en la ceniza (Mils, 2007). Según Martínez y Becerra (2004), la CIC decrece cuando ocurre una quema, debido a la degradación de coloides orgánicos e inorgánicos. De tal manera, la CIC total permanecerá baja durante al menos un año después de la quema. En ese aspecto, es necesario señalar que, como consecuencia de la liberación de Ca, Mg, K y Na, la saturación de bases aumentará, e igualmente la conductividad eléctrica.

Calidad Biológica

Martínez y Becerra (2007) definen el fenómeno llamado “Respuesta biótica”, en referencia al rápido aumento de la actividad microbiana que se efectúa inmediatamente después de la quema, como resultado del incremento en el pH y el suministro de cationes y fósforo. Ese aumento repentino de la actividad por parte de los microorganismos da lugar a una consecuente subida en la disponibilidad de nutrientes durante un corto tiempo. Sin embargo, como la materia orgánica ha quedado reducida a cenizas, con el tiempo las poblaciones de microorganismos y su actividad se reducen considerablemente.

Al momento de la quema mueren también muchos organismos que favorecen la descomposición de la materia orgánica y la disponibilidad de los nutrientes para las plantas (Torres et al., 2004). Así, debido a su ausencia y a la pérdida de nutrientes, el suelo se ve condenado a ser cada vez más infértil y surge la necesidad de introducir nuevos insumos a la finca.

Se considera que los efectos negativos sobre el suelo no ocurren por el simple hecho de dar fuego, sino que sobrevienen de acuerdo con la frecuencia y magnitud de la quema. En aras de una agricultura que garantice la seguridad alimentaria de los agricultores, sus familias y comunidades, es necesario buscar alternativas que sustituyan o controlen la práctica de tumba y quema, de manera que se reduzca la destrucción de los suelos y así mantener o mejorar su fertilidad y, consecuentemente, su productividad.

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